Prólogo
Abrir un libro de cuentos, en especial una Antología como esta, conformada por diversos autores muy distintos entre sí, constituye una aventura tan real como un safari; se entra en una jungla donde se puede encontrar todo tipo de sensaciones. Hay emociones, expectativas –también puede haber algún desengaño, por qué no–, pero el mayor peligro reside en comprometerse tanto con la vida de las criaturas de ficción que estas invadan la nuestra cotidiana. Por eso, una antología es, además, un riesgo y un doble desafío; para el antólogo y para el lector. Para el antólogo, en este caso el jurado, el volumen es el resultado de una selección rigurosa y difícil; la cantidad y la calidad de los cuentos presentados al concurso, del cual sale este volumen, llevó a minuciosos análisis y discusiones y si bien es cierto que hubo unanimidad en los juicios, como el espacio que disponíamos era limitado, debimos, con pena, ceñirnos a esa limitación.
El jurado, integrado por Isidoro Blaisten, Jorge E. Clemente,Angélica Gorodischer, Jorge Torres Zavaleta y María Esther Vázquez, puso lo mejor de sí para que primara la excelencia, que es y será el único norte de esta nueva editorial –sin fines de lucro– que lleva el nombre de quien creyó en la aristocracia del espíritu, es decir en el arte en todas sus dimensiones y en particular en la literatura. Nosotros, humildemente, retomaremos ese camino, hoy, cuando las grandes empresas editoriales tienen como prioridad absoluta el rubro ganancias.
En algunos de los autores aquí incluidos, el lector encontrará recuerdos, mejor dicho, fugaces reflejos de grandes maestros del género: Cortázar, Quiroga, Di Benedeto, Feliberto Hernández... y eso nos da la pauta de que, dentro de la literatura, el cuento sigue vigente.
Agradecemos a quienes se presentaron al Concurso de Cuentos “Victoria Ocampo”, que tendrá carácter anual. También a quienes nos ayudaron, a los integrantes de nuestra Asociación “Por Villa Ocampo” y muy especialmente al Fondo Nacional de las Artes y a las autoridades de la Fundación El Libro, que nos han permitido recuperar el propósito que animó a Victoria Ocampo, hace setenta años, cuando fundó y sostuvo su legendaria editorial que contribuyó a educar a nuestro continente.
María Esther Vázquez