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viernes, 12 de agosto de 2005

El cobrador, por Ana Quiroga

A las cuatro y media de la tarde sonó el timbre. Luciana fue a abrir la puerta con ansiedad:
- ¿Usted es el que viene por la plata?
- Sí, ¿está tu mamá?
- Ya viene, está en el baño. Me dijo que espere.
Luciana lo guío por el pasillo oscuro hasta el patio y le indicó una silla para sentarse. El hizo un gesto de no darle importancia y permaneció de pie. Hacía calor. El patio estaba limpio y lleno de cachivaches. A un costado, había un cochecito de bebé, con señas de bastante uso. También un balde rojo sin manija, una palangana de metal, un lavarropa contra la pared

miércoles, 10 de agosto de 2005

Una conversación, por Ana Quiroga

La pared del living estaba llena de los cuadros que pintaba la madre de Carolina Happel, la extravagante Marga quien, felizmente, aparecía poco en las reuniones. Me inspiraba cierto temor aquella mujer y, sin embargo, su casa me resultaba cálida. Me encantaba encontrarme con Carolina, amiga de mi marido desde mucho antes de que nos casáramos. Carolina era una mujer inteligente y también muy tímida. Había de todo entre los amigos de Carolina. En general, las reuniones consistían en un poco de música, buena comida y grupos de gente por aquí y por allá hablando vaguedades. A mí me gustaba la casa y la forma en que Carolina