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domingo, 26 de octubre de 2008

Breves, brevísimos

por Eleonora Marinelli
- Mamá, hablame. ¡Por favor, no hagas esto! Todavía falta… todavía tenemos tiempo.
Vera miraba una esquina de la habitación casi sin parpadear. Gabriel lloraba sobre sus piernas inmóviles.
- Mamá, aunque no me hables nunca más, no me voy a mover de acá. No me voy a ir, ¿entendés? ¡No te voy a dejar, hablame!
Pero Vera no quería más a Gabriel, lo había decidido el día que le diagnosticaron el cáncer.